Y para los que no lo hayáis leído aún, hace unos días, en nuestra anterior entrada os explique el inicio de mis historia con el cilantro y hoy os contaré cómo descubrí que lo que aquel día me traumatizó se trataba del cilantro...
Unos meses después de aquel día que os relaté el que actualmente es mi marido, nuestro cocinero, siempre ha sido un cocinillas, le encanta cocinar, y cuando se reunía con sus amigos solía cocinar y uno de sus platos estrellas es el que tenemos para hoy...
Así que por lo tanto una de las primeras veces que cocinó para mí quiso sorprenderme con ese plato que siempre le había resultado tan bien con todos; y bueno yo estaba alrededor mientras cocinaba y de repente sentí un olor, que me llevó a un pequeño restaurante vegetariano que me había traumatizado meses atrás, era el mismo olor que había en cada uno de sus platos y le conté la historia de lo ocurrido ese día, para ver si podíamos dejar a un lado a mi amigo el cilantro...
Pero él, pobrecito, todo ilusionado, pensó que la mezcla de ingredientes y su toque mágico en la cocina harían que apenas notase el temido cilantro, siguió cocinando con toda la ilusión y yo seguí esperando el momento de probar su plato estrella con una mezcla de miedo y de por favor, por favor, que me guste! ;)
Llego el temido momento, sólo podía sentir aquel olor que me perseguía, mi estomago ya empezaba a estar revuelto y cuando lo probé... me esforcé por poner mi mejor cara, pero era indudable que el cilantro me ganó la batalla.
Dejé el plato casi intacto y a nuestro cocinero con carita de decepción, pero con el tiempo y modificando el cilantro por el perejil, volví a probar de nuevo este plato, y hoy sí lo disfruto sin dejar ni rastro en el plato.
Así que la elección entre cilantro o perejil ya depende de cada uno, pero lo que sí os puedo es animar a probar este plato que hoy nos acompaña: Sopa de tortilla, y del que os dejo como siempre una foto y el link a la receta, buen provecho!
No hay comentarios:
Publicar un comentario